"Elegio de la lectura y la ficción" por Mario Vargas Llosas

"Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.
La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras..."
Ésa es la magia de la lectura: traducir las palabras de los libros en imágenes, así es exactamente cómo lo ha definido Mario Vargas Llosas en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura. Y hoy mientras escuchaba la radio en el coche mientras comentaban el discurso de hace unos días, he estado haciendo un ejercicio de memoria: cuál fue el primer libro que leí...
Recuerdo, cuando era pequeña, que estaba literalmente rodeada de libros, mi padre es un lector empedernido. Y recuerdo estar observando a mi padre cuando leía, el mundo a su alrededor desaparecía. ¿Qué es lo que contenían esas páginas que hacía que se olvidase de todo? "Yo cuando sea mayor podré leer esos libros tan serios, esos que no tienen dibujos" pensaba, mientras miraba las estanterías llenas de libros: Jorge Luís Borges, John Le Carré, Vladimir Nabokov,Jules Verne, Anton Chéjov, Herman Melville...Mi padre en su empeño para que nosotros también descubriésemos esa magia, nos sentaba en su regazo cada noche, antes de la hora de dormir, y nos leía un trocito de Alicia en el País de las Maravillas. Alicia, la niña de pelo largo y ojos grandes que viajaba cada noche a un mundo mágico donde los gatos hablaban, donde habían galletas mágicas que te hacían crecer o te encogían en dos segundos. Y todo eso salía de unas páginas que mi padre descifraba para nosotros y nosotros las traducíamos a imágenes ¡era como ver una película!
Y después de Alicia vinieron otros muchos libros, que con el tiempo fui capaz de leer sin ayuda de nadie. Hay algunos que se han quedado grabados en mi memoria, no porque recuerde exactamente la historia que explicaban, si no porque de alguna manera u otra me hicieron zambullirme en sus páginas, literalmente, zambullirme en otras vidas paralelas a la mía. Qué fácil era vivir en otros sitios muy lejanos, con personas que hasta hacía unas horas no conocía. No hacía falta moverse, tan sólo abriendo el libro, chas! y estaba al lado de Marianela, Nela, los ojos de su amigo Pablo, su ventana al mundo exterior o de Ivanuchka y Alenuchka, los hijos del zar, que aparecían en uno de las historias en "Cuentos Populares Rusos" de Afanasiev. Y con el tiempo me di cuenta que esa magia no desaparecía nunca, aunque dejases de ser un niño. La magia sigue existiendo cada vez que abro un libro y por unas horas vivo en otras historias, con otras gentes, en otros lugares y en otros tiempos. ¡Qué bien que, a pesar de todo, podamos seguir entrenando nuestra imaginación y nuestra capacidad de soñar!
P.D.: aquí dejo el enlace del texto completo del discurso de Mario Vargas Llosas, para disfrutar:
http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/201012/07/cultura/20101207elpepucul_1_Pes_PDF.pdf




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