Viajando sola

Hace ya unos años, cuando hice mi primer viaje sola me pareció una aventura, o quizás, mejor dicho, un reto personal y una declaración de independencia! Me estaba demostrando a mi misma de lo que era capaz, y que no necesitaba a nadie más que yo para hacer lo que quería hacer. Han habido otros retos personales en mi vida, quizás más importantes o quizás más difíciles de lograr: he dejado de fumar, he corrido una maratón, he decidido hasta cierto punto mi futuro. Lo de viajar sola se repitió una segunda vez, y ésta, en el momento que estoy escribiendo esta entrada es la tercera, y creo si no me equivoco que va a ser la última. Viajar sola es hasta cierto punto enriquecedor, pero te falta la parte de compartir las experiencias y de tener el punto de vista del otro, la conversación, el intercambio de opiniones, y al final del día sentarte y hacer un repaso de todo lo visto mientras miras las fotos que has hecho. En cambio, yo me encuentro sentada en un confortable sofá, con mi Android en la mano y escribiendo unas palabras con el fin de sentir que lo comparto con alguien (aunque me temo que va a ser con el cibrespacio...). Me encuentro en Estambul una ciudad preciosa que me hubiese gustado compartir con mis compañeros de viaje pero que finalmente no ha podido ser. Sé que si en otro momento tengo oportunidad de venir acompañada lo haré, porque estoy segura que una ciudad puede ser muy diferente si en vez de mirarla con dos ojos, se mira con cuatro o con seis. Mientras intentaré aprovechar lo mejor que pueda este momento, que como todos, es irrepetible.


0 comentarios:

Publicar un comentario