La albahaca, Roma y el Pesto

Albahaca (Ocilum basilicum)

Una de las cosas que he perdido al venir a vivir a Barcelona es la terraza que tenía en el otro piso. Era una terraza bastante grande, donde tenía algunas macetas y cada año, cuando llegaba la primavera, plantaba algunas flores y plantas aromáticas. Siempre me atrajo la idea de tener un pequeño huerto, y poder tener mi propio cultivo de verduras, pero aunque le di algunas vueltas nunca me decidí. Ahora, obviamente está ya totalmente descartado, ya que en el único sitio donde puedo plantar algo es un pequeño balcón.
De las primeras macetas que puse, una de ellas tenía plantada una hermosa albahaca. 
Pues bien, esta planta siempre ha quedado para siempre asociada con el primer viaje que hice a Italia (y de momento el único). No hacía mucho que me había separado de la que era mi pareja entonces y decidí que después de 11 años de relación empezaba una nueva etapa en la que tenía que demostrarme a mi misma que había muchas cosas que podía hacer sola. Así que elegí un destino: Roma. Recuerdo exactamente el momento en que estaba en el avión mirando por la ventanilla, a punto de despegar y notando un cosquilleo en el estómago, mezcla de nerviosismo y satisfacción por hacer lo que estaba haciendo. Y fue en Roma donde comí más albahaca que nunca. Ahí empezó mi idilio con la albahaca. 
Para mi la mejor manera de comer la albahaca es en  pesto, una salsa que es muy, muy sencilla de preparar, y que luego se conserva estupendamente en la nevera durante muchos días, e incluso se puede congelar (eh! Que esto no lo hago yo, me lo ha dicho una amiga italiana, un beso Franca!).   Es un recurso rápido para cualquier comida: hierves un poco de pasta, lo condimentas con el pesto y le puedes añadir unos tomates cherry y un poco más de queso parmiggiano...delizioso!
Aunque el pesto la mayoría de veces lo hago a ojo, aquí pongo unas medidas para tener una idea, aunque luego la cantidad de queso es a gusto de cada uno.

Pesto genovese
3 puñados de albahaca
1 puñado de piñones
1/2 diente de ajo (esto también va a gustos, se puede poner un ajo entero si se quiere)
Queso parmesano
Aceite de oliva virgen extra
Sal gorda y pimienta recién molida


La manera fácil: poner todo en el vaso de la batidora, excepto el aceite y dar unos toques, sin que llegue a quedar totalmente triturado. Luego se añade el aceite, hasta que queda una salsa espesa pero bien ligada. Si se quiere se puede añadir más parmesano rallado, eso ya a gusto de cada cual. Yo lo guardo en la nevera durante unos días, añadiendo una pequeña cantidad de aceite por encima para que forme una capa y evite que la salsa se ponga muy oscura.
Buon appetito!






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